Una anciana pareja estaba celebrando su aniversario
de bodas número 50. Por
eso, decidieron volver al pequeño pueblo donde se habían conocido.
Sentado
junto a ellos, en un café, estaba el policía local que los escuchaba discretamente y se
sonreía mientras ellos hablaban...
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"¿Recuerdas la primera vez que hicimos el amor mijo? Fue sobre ese prado que está al otro
lado de la
carretera, cuando te puse contra esa reja que todavía esta ahí."
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"¿Por qué no lo hacemos otra vez por los viejos tiempos?", propuso el veterano.
Salieron del café y
cruzaron hasta el prado. Cuidando que nadie los viera, el
viejo tomó a su mujer y,
cuando estuvieron desnudos, la apoyó contra la reja.
El
policía, que los seguía observando, no podía creer lo que veía.
Con
la vitalidad de una jovencita de 15, la mujer se movía violentamente de arriba a
abajo, agitaba la cadera, arqueaba el espinazo, mientras que el marido se
convulsionaba como un salvaje de frente, para atrás, para arriba, por abajo y
para los lados.
Siguieron
así durante un buen rato hasta que ambos cayeron al suelo sin movimiento,
totalmente exhaustos después de la inolvidable maratón.
El
policía que los había seguido con precaución se sonrió, pensando cuán
románticos eran y que lo mejor sería asegurarse de que no se hiciesen daño.
Más tarde el policía
se le acercó al viejo y le dijo:
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"Que pena señor el meterme en su vida privada pero yo he sido testigo de
un gran momento amoroso. Ha sido la forma de hacer el amor más bonita e
increíble que he visto en mi vida... Ustedes debieron ser una pareja muy energética y salvaje cuando eran
jóvenes."
-
"No, realmente", repuso el viejo. Y añadió:
-
"Cuándo nosotros éramos jóvenes, esa hijueputa reja no
era eléctrica!!!"