miércoles, 8 de octubre de 2008

Eran las cuatro de la mañana en casa de Pedro, cuando suena el teléfono:
-¿Aló?
-¡Hola! Habla Juan su vecino, disculpe que le llame a esta hora, pero lo que pasa es que su perro no para de ladrar y no me deja dormir.
-¡ah! Está bien.
A la noche siguiente suena el teléfono en casa de Juan también a las 4 de la mañana:
-¿Aló?
-¡Hola! Disculpe que le llame a esta hora, le llamo para informarle que yo no tengo perro, grandísimo H.P.