martes, 23 de octubre de 2007

Un papá judío, con la mejor de las intenciones, había enviado a su hijo al colegio más caro de la colectividad judía, el Tarbut.
Pese a sus intentos, Samuel no daba pie con bola.
El Pdre le dijo:
-Samuel, escúchame bien lo que te voy a decir, si el próximo mes tus calificaciones y tu comportamiento no mejoran, te voy a mandar a estudiar a un colegio católico !!
Al mes siguiente las notas de Samuel fueron una tragedia solo comparable al hundimiento del Titanic y el padre cumplió con su palabra.
A través de un rabino cercano a su familia, se conectó con un obispo que le recomendó un buen Colegio Franciscano al cual Samuel fue enviado.
El primer reporte fué muy bueno y el segundo excelente.
El padre sorprendido le preguntó:
-Samuel, ¿Qué es lo que pasa que te va tan bien en el nuevo colegio? ¿Cómo ha sucedido este milagro?
-No sé papá…me presentaron a todos los compañeros y a todos los profesores y luego, una tarde, fuimos al templo. Cuando entré, vi a un hombre crucificado, con clavos en las manos y en los pies, con cara de haber sufrido mucho y todo ensangrentado. Pregunté ¿Quién era Él?
Me respondió un alumno de los cursos superiores.
-El era un judío igual que tú
Entonces me dije:
“Ah hijueputa…. a estudiar porque aquí no se ponen con maricadas".