sábado, 10 de octubre de 2009

Un viejito muy sordo, pero también muy rico, compra uno de esos novedosos aparatos ultra modernos para oir.
Quince días después vuelve muy contento a la tienda donde efectuó su flamante adquisición y se deshace en elogios del aparato:
-Ahora oigo perfectamente bien, incluso lo que se habla en la pieza de al lado, comenta.
-Su familia, le dice el vendedor, debe estar muy contenta.
-No lo sé, responde el viejo sordo, ya que no les he dicho de este aparato, pero ya he cambiado 4 veces mi testamento.