martes, 5 de febrero de 2008

Un hombre camina por la calle de un pequeño pueblo, cuando de pronto se da cuenta que encima de él hay un globo aerostático flotando. De ese globo cuelga una canasta, y en esa canasta hay un señor, que le hace señas desesperado. Con curiosidad, se aproxima lo más que puede y escucha con atención. Al fin, el piloto del globo logra que el aparato descienda un poco y le grita:
-Disculpe ¿podría ayudarme? Prometí a un amigo que me encontraría con él a las dos de la tarde, pero ya son las dos y treinta, y no sé dónde estoy.
El transeúnte, con mucha cortesía le respondió:
-Claro que puedo ayudarle. Usted se encuentra en un globo de aire caliente, flotando a unos veinte metros Latitud Norte y a cincuenta y ocho grados de Longitud Oeste.
El aeronauta escucha con atención, y después le pregunta con una sonrisa:
-¿Amigo, es usted ingeniero?
-Si señor, para servirle, pero ¿cómo lo supo?
-Porque todo lo que usted me ha dicho es técnicamente correcto, pero esa información no me sirve pa'ni mierda, y sigo perdido.
El ingeniero se queda callado a su vez, y al final le pregunta al del globo:
-¿Usted, no será por casualidad, Administrador?
-Sí, soy Administrador de una empresa. ¿Cómo lo ha averiguado?
-Ah! Muy fácil: Mire, usted no sabe ni donde está, ni para donde va. Hizo una promesa que no tiene idea de cómo cumplir, y espera que otro le resuelva el problema. Está exactamente tan perdido como antes de preguntarme. Pero ahora, por algún extraño motivo, resulta que el hijueputa soy yo!!!