Cuando el cuerpo fue creado, todas las partes querían ser el jefe. Un
día el cerebro dijo:
- Por ser yo quien da las órdenes
y controla las diferentes partes del cuerpo, exijo que me llamen jefe. Los pies
dijeron entonces:
- Somos nosotros los que soportamos todo su peso y lo trasladamos a
todas partes, por lo tanto la jefatura nos corresponde.
De la misma manera, las distintas partes del cuerpo expresaron su
importancia. El corazón, los pulmones, el oído y hasta el mismo culo reclamaron
su derecho a ser jefe. Todos, al conocer las pretensiones del culo, se echaron
a reír. ¿Cómo se atrevía a peticionar un órgano (si se lo puede llamar órgano)
tan desprestigiado e insignificante como ése? A raíz de las burlas y herido en
sus más íntimos sentimientos, el culo se enculó y decidió bloquear la salida en
tres palabras:
- No cago más. Al poco tiempo y como consecuencia de esa actitud, el
cerebro comenzó con trastornos, había alta fiebre, los ojos se hincharon, los
pies se inflamaron y había dolor, ya no podían soportar el peso del cuerpo. El
corazón y los pulmones luchaban por sobrevivir, tenían que trabajar a toda
máquina para eliminar una parte de las toxinas que los invadían. Todo era un
desastre hasta que todos juntos imploraron para que el culo fuera el jefe. Enterado
de lo resuelto, el culo comenzó a funcionar, cagando a diestra y siniestra,
asumiendo su cargo de jefe.
Moraleja:
para llegar a ser jefe, no es necesario ser un cerebro, ni inteligente, ni ser
más o menos imprescindible. Solamente hay que saber el momento más oportuno
para cagarse a los demás...